domingo, 9 de diciembre de 2007

Me cago en los naufragios, en las islas desiertas y en la puta madre de Robinson Crusoe.

Vale, se que no es manera de presentarse, que vais a pensar de mí, pero es que me llevan los demonios. coño, que todo me pasa a mí. Vale, trataré de tranquilizarme y de contaros mi historia paso a paso, poquito a poquito como las cosas breves.

No recuerdo muchas cosas. Creo que tengo una amnesia postraumática parcial motivada por una estrovercio en el pericordio, es decir, que me pegué una hostia importante o algó asi y solo me acuerdo de unas pocas cosas. Que me llamo Joseph Cartaphilus. Que nací en un pueblo. Que mi madre tiene la culpa de todo.

Niño, tiés que cogerte uas vacacioes (mi madre no puede pronunciar la n, no os riáis por favor que es muy susceptible).

Que no mama que no.

Niño, tiés que cogerte uas vacacones.

Que no mama, que me dejes.

Niño, o te coges unas vacaciones o te largas del apartameto

Y yo me cogí las vacaciones.

Yo pensaba en unas de esas tranquilitas en las que pierdes el tiempo pescando truchas en un río lento y pesado, dejando pasar las horas del mundo debajo de una caña, pero mi madre que me conocía mejor que yo mismo porque me había traido al mundo, supo que lo que yo quería de verdad era un crucero. Y para que no me quedasen dudas volvió a insinuar lo de mi mudanza.

Desnudo de dudas pero repleto de temores busqué uno de veleros pintones que navegan por las botellas de whisky y me topé con un gigantesco armatoste rematado en blanco que no olía ni a madera ni a sal, tal vez a curry y a cloro, a lociones bronceadoras y a langostas muertas, que no es que sea desagradable, solo que no es lo mismo. Preguntaba yo por los nudos marineros, el mascarón de proa, y los barriles de aceite. Nadie me daba respuesta. Alguno me daba la espalda

Y allí se pudrieron cinco o seis de mis preciados días y en ellos adquirí la costumbre de odiar Odié profundamente al animador de las fiestas y rezo todas las noches porque se haya ahogado varias veces el muy cabrón. Odié al sobrecargo porquenunca llegué a saber cual era su función. Odie a las parejas de viejos reumáticos que tomaban el sol en calcetines. Y tanto fue mi odio, que los dioses lo escucharon, tomando cumplida venganza contra la quilla del crucero, dichoso crucero. Fue a abordar el lomo de una ballena pálida, enorme y asesina y esta poco antes de dejarse devorar por el mar se vio con fuerzas suficientes para devolver el golpe y de una espantosa dentellada, cumplir con el ojo por ojo y el diente por el diente, llevándose consigo al maldito barco. Poseidón guarde el alma del Capitán Achab

Las mujeres y los niños primero. Me cago en esa frase. ¿Quién se acuerda de los cobardes en estos momentos?. Nadie. Y somos al menos igual de indefensos, digo yo. Los botes infantes y femeninos se marcharon repletos de mujeres, de niños y de marineros que los governaban, que las governaban. Y en el barco nos quedamos, el capitan (ahora si que me invitarás a tu mesa, viejo chocho) el animador de fiestas, que propuso que montásemos una conga y yo, que me arrojé inmediatamente al mar, prefiriendo mil muertes a un minuto más al lado de ese subnormal (ojalá se ahogue)

Descubrí muchas cosas, pero ninguna de ellas en los libros

- Los barcos modernos no tienen mastiles que te salvan la vida solo flotadores blancos y naranjas que te sustentan tu cuerpo y ahogan tu dignidad

- Los animales marinos no sirven más que para preservar mi odio. Odio a las medusas que solo sirven para que todo tu cuerpo arda. Odio a los delfines que no solo no ayudan sino que se burlan de mi desgracia. Como se ríen los capullos. Odio al sol que me abrasa la espalda y odio a la luna que me priva del sol


Solo cuando desees morirte, vendrán los dioses y te devolverán la vida. Delirante y semincosciente, pero también vivo, me derrumbé sobre la playa más desierta del mundo. Solo tuve fuerzas para echar un vistazo a mi alrededor y ver, que en unas rocas, alguién había grabado un nombre

TRACHIMBROD

Y eso fue lo último que vi ese día

4 comentarios:

humo dijo...

Vocación, o necesidad, o impulso. Cosa lúdica: jugar con las palabras y ofrecérselas a los otros como regalo.

Qué historia, ésta de contar historias sin más motivo.

Ligeia dijo...

Hay veces que tomarse unas vacaciones es lo mejor, otras merece la pena intentarlo por si acaso sale bien. Y en una isla desierta... mejor solo que mal acompañado.

Una pena que a Ud. no le gusten los delfines, se decía que eran los marinos muertos que acompañaban a los barcos para que llegasen a buen puerto, pero ya se sabe, cuentos de viejas.

Un beso.

JeJo dijo...

Te pediría que me dés las cordenadas, latitud y esas cosas... para acudir al rescate. Pero, tal vez un descanzo en soledad resulte beneficioso.
Salute !.

humo dijo...

;))

Template Design | Elque 2007