E-popeyas
Mientras jugaba a las riñas con Dulcinea, buscaba pasatiempos que contuvieran mis fantasmas. Posiblemente baldíos y de hoja caduca, pero siempre mejor que el pensamiento y la ventisca. Camina y piensa menos decía mi madre. Mantén la cabeza ocupada. Aleja los nubarrones. Mata el tiempo que se dice (mientras el tiempo se descojona y comenta por lo bajito, ya veremos quien mata a quién, chato).
No me gusta el deporte. La masturbación es perecedera. Y antes de desmadrarme con el alcohol, he decidido que voy a escribir una novela épica.
Colocada la espalda recta sobre una silla ergonómica. Encontrada la luz precisa, que ni es tenue ni es deslumbrante ni es directa ni es indirecta (que parece que la luz adecuada es la oscuridad con tanto requisito), todos los lápices erectos, los cartuchos de tinta alineados y los brazos apoyados sobre el rancio abolengo de un magnífico burgueño de mediados del siglo diecisiete(madera de roble y de haya, incrustaciones de nacar y compartimentos secretos que aún no descubrí) no tengo excusa para no escribirla...
"Sobre las colinas de Tyr, el sol refulgía sobre la bruñida coraza del héroe, erguido a lomos de un espléndido caballo gris...
...salvo el aburrimiento.
En una sola frase y lo mal que me ha caido el hombre este ese con aires de grandeza que comenzó de mozo de cuadras y sobre el que no hay que escribir muchas páginas para adivinar que llegará a ser Rey de Reyes y Salvador del Mundo. Apolíneo (tiene alguna cicatriz que lo único que le hace es resaltarle el atractivo) honesto, sagaz, valiente pero no temerario, severo ma non inflexible. De cuando en cuando rememora, no sin cierta melancolía, las moralejas de su padre, hombre sabio y cabal decapitado por la espada del Tirano o la mirada de su madre, mujer bella y silenciosa, a la que el mandoble del Tirano reservó otro destino, tan trágico como evidente.
El Héroe de pacotilla obtendrá cumplida venganza, como no podía ser de otra manera, cuando, en el momento en el que su muerte sea mucho más que cierta, aproveche un giro del destino (o debería decir escritor?) para atravesar con su espada mágica el oscuro corazón del tirano. Habrá conocido el sabor de muchas mujeres entre tanto, pero solo una de ellas, casta y modosa (o temeraria y respondona, nunca una mezcla) será su amada, la que presida las noches de luna y soledad. Inevitablemente la rescatará de la muerte y reinará sobre un mundo, que a punto de ser destruido, abrirá sus brazos a la esperanza que aquel dios encarnado les enseña.
No, no y no. No cuentes conmigo zagal, no seré yo quien lo permita...
Y sin embargo podría rebelarme contra todo eso y buscar otra historia, una más humana, de un Héroe que no lo es, pero que solo el lo sabe, ahogado por la sangre de sus enemigos y por su propia hiel, enamorado del Tirano quizás. Una reinona que sólo desnuda a las damas para despojarlas de sus enaguas y poderse vestirse con ellas las noches de luna llena en busca hombres lobo, cargado de dudas y sin una puta certeza que llevarse a la boca, como todos pero mejor espadachín.
"El corcel se encabritó y consiguió zafarse de la carga que tanto tiempo llevaba atormentándole los lomos. No miró atras mientras relinchaba burlón
El héroe cayó rodando por las faldas de alas colinas de Tyr. Queda sobre el camino polvoriento una armadura herrumbrosa. Justo antes de morir, el héroe no puede dejar de experimentar cierta sensación de extrañeza ante un final tan tonto. Yo juraría que el oráculo me dijo que el mundo se rendiría a mis pies, pensó, ya indiferente a eso y a lo demás.
Jodidos dioses, suspiro de epitafio"
Y es que a mí, como puede comprobarse, a mí, al igual que al resto de Creadores, lo de arreglar mis propios desaguisados, me da bastante pereza.