miércoles, 21 de enero de 2009

La Reina de las Nieves

He recuperado la ilusión de mirar otras islas que no son ella y de contarlas para que nunca jamás se sumerjan sin que nadie las recuerde.

Sobre una de ellas caminaba a veces una mujer bonita de cristal fino y piel de polvo de arroz, como las porcelanas chinas antes de que envejezcan, de que se descascarillen, de que sean olvidadas.

Nadie que la hubiera visto pondría en duda niguna de sus rotundas bellezas, zagala de carnes indómitas (de tetas estupendas y un culo de un alabastro cálido y suave) y de huesos de leche siempre impecables. Tintineaba a cada paso que daba y hacía un pum a cada golpe de cadera que a todos los hombres les sonaba a sinfónica. Nunca olvidaba ni la sonrisa de bizcocho ni el espejito de carey. Era elagante, discreta, divertida, sensual y yo, al igual que el resto del universo, hubiera querido deslizarme por esos bucles de trigo, bucles hechos y derechos, Cabelllos de angel.

También era graciosa y tenía un MBA y un puesto de directiva en una empresa de dos apellidos unidos por &. Era buena hija y buena hermana. Nunca odió a ninguna de sus amigas ni siquiera a las más guapas y a su novio le quería como a un príncipe azul y como a un amante canalla. Lo mismo disfrutaba de un paseo de domingo sobre alfombras de otoño recogida de su brazo que mojando y revolviendo mil y una noches de sábanas usadas. Leía a Tolstoi, a Mann y hasta a Borges, sabía de ordenadores y de motos y las horas que quedaban visitaba a ancianos abandonados en pulcras residencias de mierda.

Por eso nadie podría entender porque esta tarde ha llegado a la playa de su isla, se ha quitado por completo su bikini de lazos rosas y lunares azules y como un cervatillo feliz, ha comenzado a nadar hacia el infinito con vocación de morirse mucho antes de alcanzar el horizonte.

Juro que a mí me parecía risueña antes de que se dejara llevar. Vestida de oceáno aún estaba más guapa.

10 comentarios:

El Lobo Feroz dijo...

¿Qué aliciente te queda cuando lo has conseguido todo?

Ligeia dijo...

Es lo bueno de mirar al horizonte, encontrar islas... y sirenas con dos piernas... y nubes... y piedras...

Un beso

Arcángel Mirón dijo...

Es que ser perfecta (o lo más perfecta posible) es una gran carga.

lonely seagull dijo...

Siempre hay que recordar las islas que se cruzan en tu camino.

Anónimo dijo...

Quizás no se sentía tan perfecta como los demás la veían.
O quizás su perfección terminó por aburrirla.
Saludos

Trenzas dijo...

Cómo dice Arcangel; la perfección es una insufrible carga.
Sólo sirve como un ideal que nunca nadie acaba de comprender del todo ni a amar del todo porque en la perfeccion de otros vemos reflejadas nuestras carencias.
Eso sí; es hermosa y deseable. Nadie sabe por cuanto tiempo.
Pero al menos alcanzaste a verla cuando más hermosa estaba.
Abrazos para ti, de océano enriquecido.

tequila dijo...

Buenas:
Creo que estaría cansada de ser "tan perfecta", o mas bien de que los demás la vieran así...
El final "me choca":idealizada hasta en un momento de desesperación.
Besos

Anónimo dijo...

Los humanos, muy humanos, cuando tenemos a una persona tan perfecta a nuestro lado termina por caernos "gorda".
Imagino que eso mismo le pasó a ella: no pudo soportar ver tanta perfección reflejada en el espejo. Pobre...

Ah, pero qué requetebien lo cuentas..., me encanta.

Ana di Zacco dijo...

Eso de ponerse a nadar hacia el infinito me parece como una imagen de esas que valen por mil palabras.
Ay, cuánto tenía por leer, no tengo perdón...
(ahora es rececrys)

María dijo...

Y ¿no es verdad que los defectos nos hacen diferentes? Todo perfecto no siempre es bueno. Besos

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