sábado, 3 de enero de 2009

Folclore

La gente cuando regresa de vacaciones, hace ciertas cosas.

La gente lo primero que acostumbra a hacer cuando abre las puertas de sus casas es suspirar, y en ese suspiro están confesando que por un lado no quieren volver y que por otro, están contentos de haber vuelto, porque la gente tiende a ser contradictoria y las personas, mucho más. Ese suspiro es una campanada que indica el fin del reposo, por poco reposado que haya sido este y el inicio del trabajo

Sacar la maleta, echar dos o tres o más lavadoras, tenderlas, plancharlas, meterlas en un cajón, ahuyentar las polillas, pasar el dedo por las estanterías y descubrir que el polvo nunca se toma vacaciones, hacer algo de cena, cualquier cosa si, pero cualquier cosa hay que hacerla, comprobar por internet lo que te has gastado, llorar un poco, dejarte aplastar por la melancolía y envolver por el sofá, acostar a los niños si los hay, acostarse a uno mismo, dormir y despertar a una rutina que poco a poco te irá atrapando, suavemente, sin apenas darte cuenta. Lo que el primer día es doloroso al poco ya sólo es gris e incluso calentito en dos semanas, y se agradece. No se porque no hay zoos de seres humanos, con el animal tan curioso que resultamos ser.

Pero yo, náufrago de cuna y vocación, pospuse todo aquel enjambre de obscenas tareas de hombre pobre dado que mi única e imperiosa necesidad necesidad era escribirla y explicarme, y justificarle y justificarme y con todo ello, decirle:

Lo siento

No pude

Te quiero.

pero con una prisa infantil e insaciable que una botella, en su cadencioso contoneo de mar, no iba a resolver salvo demasiado tarde. Cavilé mil alternativas y la única que acerté a encontrar viable fue tan descabellada como confecionar un avioncito de papel para que transportase mi conciencia, a ver si Ella me la calmaba de un beso o me la aniquilaba en mil cristales de una vez por todas. Dice mi imaginación, torpe como ella sola queel perdón y la muerte son las únicas formas posible de tranquilidad, y yo le hago caso, por aquello de que la pobre no se disguste por tan poca cosa.

El problema surgió cuando mi ignorancia en mitos y leyendas me permitió bautizar el prototipo como Ícaro sin adivinar los nefastos presagios que un nombre mal puesto supone para la existencia de animal, vegetal o mineral. Aquel pájaro de papel se elevó más alto que el mundo a pesar de mis ruegos. Cuando cayó calcinado derramé lágrimas que sabían a cera como si una parte de mí, la menos mala, se hubiera derretido. No se por qué.

Hubo más hijos con forma de avión y tampoco acerté con sus nombres. Narciso, Ulises y Apolo se llamaron. El primero se zambulló estrepitosamente en las primeras aguas de cristal que le embaucaron. Como el segundo no daba señales de vida yo me puse a tejer una bufanda pero cuando caí en que ni se coser, ni congenia la prenda con el clima tropical ni yo tengo paciencia para estas cosas, envíe al tercero. En cuanto le perdí de vista recibí una señal de radio que contaba no se qué problema en Houston. Puta locura. La botella habría llegado hace milenios. Ingeniero frustrado. Chupatintas. Poliedro de mierda, me maldije.

Así que al último le llamé Pepe, que es más de estar por casa, y que, a su ritmo y a su manera, llega, sin alharacas ni artificios, pero llega. Y hasta te trae la respuesta, vacilón y encumbrado, pero trayéndome sus palabras, que desde aquellas de hágase la luz y la luz se hizo, no ha habido otras mejores:

Pudiste.

Lo sentí.

Te quiero.

y en tres frases abrazó mi alma y me arrebató las culpas y las ventiscas de mi vida y si bien no pude evitar llorar antes de perdonarme, ahora, reclinado sobre un montón de arena tibia, repaso todas las formas verbales del verbo querer esmerandome en acatarlas una por una, y en incluirla en todas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Joer, por la descripcion de la lavadoras y del tender la ropa, se nota que eres un gallumbero

Arcángel Mirón dijo...

Espero que estés en paz sin muerte.
Y que no te tomes vacaciones tan largas, que te extrañamos por acá.

Trenzas dijo...

Me gusta cuando vuelves con toda esa carga de maletas y palabras. Compensa un poco el semiabandono en que nos tienes :)
Es verdad que los mensajes no hay que confiarlos a los dioses ni a los héroes, tan inconstantes ellos. Mejor fiarse de los elementos y de la telepatía, capaces de atravesar fronteras álmicas y mares más o menos procelosos, y de las palabras simples y conocidas; Pepe, por ejemplo :)
Muy bien visto que el polvo nunca se toma un descanso en condiciones :)
Me alegra y me gusta mucho leerte, querido náufrago.
¡Feliz Año! (por si aún no lo hemos dicho bastante)

tequila dijo...

Buenas:
Aciertas con la descripción de la vuelta a casa( o lo que es lo mismo: me sentí identificada), sin embargo éso de volver al gris y acostumbrarte a las dos semanas... será cierto pero leido en futurible no ayuda mucho, la verdad.

Simpática "Ella"... debería plantearse una mudanza a una isla más cercana

besos

Anónimo dijo...

Las rutinas me ponen catatónica perdida.
Odio las rutinas. Incluso la de escribir en mi blog, cuando me doy cuenta de que pasa a ser una rutina, o peor aún; una obligación.
Un beso.
Benjui

Ana di Zacco dijo...

Hum...

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