martes, 6 de mayo de 2008

Miedo

Habrá quién se pregunte ...

-siempre habrá un quién decía mi madre. siempre habrá un como, decía mi padre, debía ser por eso que se entendían tan divínamente -

... que si tanto es el amor por qué es tan poca la valentía.

Sería una buena pregunta. Impertinente si, pero las buenas preguntas deben de serlo un poco o al menos eso creo. El problema es si existe una buena respuesta para cada buena pregunta. Cuando el paraiso se adivina tan cerca unos cuantos millones de litros no debería de ser más que un charco. Si hay que flotar se flota, si hay que nadar se nada e incluso volar es posible en estos casos.

Pero hay muchas cosas. Están las dos aletas de tiburón que en venganza de tanta sopa patrullan nuestros espacios. Luego están las pirañas a las que las tripas les rugen terriblemente por las mañanas y por las noches y también algunas tardes famélicas. Las anguilas eléctricas, las carabelas portuguesas, las orcas jasdeputa, los delfines asesinos, las barracudas, las morenas, las rubias, las hijas del pueblo de Madrid, por no hablar de los kraken o de las sirenas (que no nereidas, que no guapas, que no cantan bien). Y luego están las sombras de la luz sobre las aguas. Y mi proverbial torpeza construyendo barcas. Y el miedo a ahogarse. Los remolinos. Las corrientes. Que el agua está fría, que no me traje bañador, que hace tiempo que no nado, que si lo de mi reuma.

Y si llega un día que me levanto especialmente temerario y me lanzo hacia el horizonte, con poderosa brazada y el ánimo inexpugnable, llega el mayor de los terrores a desalentarme. La Tortuga Feroz es vieja y sabia y agota sus últimos atardeceres, ya sin dentadura, sobre la última roca de la Isla de Trachimbrod. Mira como nado pausadamente. No mata, no hechiza, no canta, sólo pregunta y eso acojona más que ninguna otra cosa.

vas a ir así?

estas seguro de todo?

y si ella no...?

y si tu si...?

Y asi se me van las fuerzas y poco a poco mi ritmo decrece, hasta que me detengo. No es que me haya alejado demasiado. Incluso puedo seguir viendo a la Tortuga que me sigue mirando sin nada mejor que hacer aparentemente. El mar es enorme y el viento nunca cesa. He de volver por donde vine para no ahogarme, para no ser devorado por los tuburones, para no oir los cantos de las sirenas, mientras la Tortuga Feroz rie bajito.

Si yo le hablo de venirse, ella me habla de no se qué Sardina Terrible.

Creo que es prima hermana de la puta Tortuga

11 comentarios:

Montse dijo...

Alguna sirena cantará bien... digo yo... que ´me encontré algunas que también estudiaban canto!

Encantada de volver a verle, Señor! Me alegra enormemente que haya ido a decirme que antiguamente me deseaba que fuera feliz.

Un beso navegando (o nadando, como le plazca)

Ligeia dijo...

Hombre... siempre le queda a Ud. montar un restaurante chino, con sopa de aleta, nguila en salsa especial, sopa de tortuga y delicias de sardina...

P.D. Magnifica diferenciación de sirenas y nereidas ;)

Anónimo dijo...

todos tenemos nuestras cicatrices y eso hace que haya algo que poder mirar en el pasado para poder afrontar con fuerza el viaje del futuro.
salud-saludos

Anónimo dijo...

Sr Cartaphilus:

Permitame poner de manifiesto algunas de las intolerables carencias que evidencia su pequeño reino Trachimbrod, pues si bien puede vivirse, lo admito, sin la existencia de Dios, o con la presencia permanente de abuelas, o amarse con contratos basura como el que usted firmo con su parienta -con la inquietante aquiescencia de esta-, no me negará que la inexistencia de un pequeño cafe-bar que provea de churros a las islas los domingos por la mañana es carencia grosera.

Locutorios para la comunicación oral, escuelas de samba para mantener el equilibrio en tiempos de marejada, tiendas de santeria para el mal de amores propio de las zonas deserticas o un centro de formación para contadores de cuentos chinos, imprescindibles en cualquier archipielago, son otras de las privaciones a las que usted somete a sus visitantes.

Sugiero, además, la creación de un laboratorio destinado a averiguar las diferencias de composición entre lagrimas de dolor y de alegria. Un lugar recondito como el suyo lo exije.

Faltan también lugares abiertos para la introspección y celdas selladas a cal y canto para las expresiones personales de infinita felicidad del tipo ¡¡¡ GOOOL ¡¡¡

Por último echo en falta al orfeón donostiarra y en general a cualquier otro grupo humano homogeneo que compacte lo disperso de su territorio. Valdrían también una generación de trasgos que, en camiseta blanca de tirillas, libaran por debajo de la tierra unas islas con otras.

En la seguridad de que tomará en consideración lo aqui expuesto le quedo muy agradecido por existir

Trenzas dijo...

Creo que ya eres bastante valiente por intentarlo. Y sin bañador :)
Bromas aparte, me gustan muchísimo estos relatos de naúfrago.
Saco la conclusión de que la vida se parece mucho en todas partes. Siempre las preguntas que no sabemos como responder; siempre los mares que no nos atrevemos a surcar.
La recompensa nunca parece lo bastante grande como para arriesgar lo que tenemos.
Pero puede ser una actitud sensata. Poco estimulante pero sensata :)
me encanta venir a leerte, naúfrago.
Un abrazo muy grande.

Benjuí dijo...

Diría que tu fantasía es algo cobardica: imaginarse pirañas en el mar, por ejemplo...

Al final, de algo tenemos que morir, y quizá sea mejor intentándolo que de tristeza por haber abandonado.

Digo yo.

Arcángel Mirón dijo...

La Tortuga debería meterse en su caparazón y ocuparse de lo que sucede ahí adentro.
Y debería, también, perde la mayúscula en su primera letra. Que sea tortuga, sin más.

Ana di Zacco dijo...

Estoy de acuerdo con Trenzas: tu isla se parece sospechosamente a lo real. Claro que con algunas diferencias básicas, eso sí.
Quizá le falta un parque de atracciones, con noria y todo. Pero da gusto visitarla de vez en cuando, sí, nos da gusto a bastantes.
Musho gusto. Como dijo Peter Gabriel (le recomiendo el video, si es que está por ahí), "don't give up".

irene dijo...

Hay que lanzarse al agua, sin miedos, por si pica algo (en el buen sentido).
Y también hay que tener paciencia con las tortugas, ten en cuenta que son algo lentas.
Es lo que hay, tú eliges, una isla, siempre será una isla.
Besos.

Basquiat dijo...

parece increible que como por un destino signado, siempre todo se complica.
muy buenas letras, saludos.

Anónimo dijo...

El amor es líquido. Por eso el miedo a ahogarse es el mayor miedo de los que aman y/o esperan ser amados. Ahogarse en una de sus marejadas o morir ahogados por las rutinas eternas de sus calmas.

Lo que no sabía es que la conciencia (tan inoportuna siempre en el amor) era una Tortuga impertinente.

Besos.

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