domingo, 16 de enero de 2011

Testarudos

Por poco que la relate, Ella sigue en la Isla Contigua. La más cercana de las ínsulas que más lejos queda de mi Y sigo espiando sus mañanas y guardando sus noches. Y sigo empeñado en que venga, casi tanto como Ella lo está en que yo vaya. Y por eso le mando estas cosas...

Yo que habito las distancias
de los mares sin sal,
insípidos, incoloros, indoloros
donde se ahogan los recuerdos
que devoran los abismos
de la oscuridad glotona.

Yo que juré (y nunca juro en vano)
errar por los caminos sin memoria
preguntando aquí, alla y en otro sitio
mi escudo mi patria y mi rey
el color de mis ojos,
mi número de la seguridad social
cualquier cosa menos tu nombre.

Yo que escogí el vacío más cobarde
sobre el asqueroso pesar de tu ausencia.
sobre los días que pudieron ser y no fueron
porque yo no fui y tu te fuiste.
Que por mucho que uno quiera,
mis sueños nunca son como tu eres.

Yo que soy todas esas cosas y alguna más que he olvidado
lo que más soy es un Judas de la amnesia
y esta noche te recuerdo
y a mi escudo, a mi patria y a mi rey
y tu nombre que es lo mismo
y más muerto que nunca
mucho más vivo me siento.
Y te miro. Y te aguardo
Y me duele, que no es poco

Pero por mucho que te mande erre que erre con lo tuyo y yo eñe que eñe, callado


3 comentarios:

tequila dijo...

Buenas:

Pues esta manera de empeñarse en estar callado; me gusta.
Nada ni nadie es igual a como lo soñamos, quizá por eso nos sigue sorprendiendo y gustando.
Besos

humo dijo...

Afortunadamente, continúas, erre que erre.

Anónimo dijo...

Aunque entiendo que no es el caso, siempre se ha dicho: "que no hay mayor desprecio, que no hacer aprecio". Te puedo asegurar que duele. Muchísimo. Suerte con tu estrategia...

Pd. Aún ando pensando, que cualquier día vas a pronunciar mi propio nombre. Besos.

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