Voces
En Trachimbrod, yo solía dormir en una gruta.
Un lugar cualquiera, un sitio sin nombre.
Nunca fue lo alcoba más seca ni más calida, pero me jodió irme.
Empecé a escuchar voces. Cuando escuchas voces y no hay nadie, pasa algo. Lo mejor en una isla sin psiquiatra es marcharte y rezar para que no te persigan.
La primera vez que las oí lo atribuí a un duermevela aún eufórico de sueños. Pero la segunda vez ya tenía los ojos y los oidos como platos. No había error posible. Oía voces.
Una decía:
Me cago en la puta, pues no me olvidé el perejil otra vez
Y la otra respondía
Es que no te fijas
Se que no muy aterrador no parece, pero es que yo tampoco es que parezca muy valiente. El insomnio amargaba mis noches y nunca se me acababa de marchar un temblor seco, sin frío. No hablaban siempre. Solo algunas noches. No hacían caso de las lunas ni de las mareas, no obedecíann a festivos ni a días nublados, solo cuando quieren y como quieren. Encima de espantosas, pelín caprichosas las muy capullas.
Una noche me sorprendió temerario y busqué el origen de las voces entras las grietas de la cueva. Salían de un agujero diminuto. Miré por allí y en medio de la oscuridad más absoluta, imaginé manos fantasmales que no paraban de gasticular. Grité, "aquí hay gente que intenta dormir" y yo creí escuchar "no interrumpa, coño", pero igual no dijeron eso. Seguramente no contestaron nada y siguieron a lo suyo, incívicas, ineducadas, inalcanzables.
El remate fue el día que una voz comentó
Conocí a un tipo que siempre estaba leyendo. Cada vez que me lo encontraba tenía un libro entre las manos y entre los ojos. Un día le pregunté que cuantos se había leidoy va el figura y me dice que dos, que este era el tercero. Coño, solo dos. Tres con este, me dice. Pero si te tiras el día leyendo.? El mamón me sonrió con esa sonrisa que ponen los mamones, ya sabes, y me dijo, para mi cada letra es un prodigio, cada palabra un milagro, una frase es un mundo, un libro el universo. A mi dedicarle 10 o doce años a un universo no me parece demasiado. Y yo, claro, que le iba a responder, si a mí los Teo va a la escuela ya me venía grande
Supe que la otra voz callaba
Tío, la literatura es imposible. Insistió la voz primera.
Por fín la otra voz encontró una respuesta irrespondible.
A mí con que no se me pase la paella, me sobra
Y salí de allí corriendo.
Encontré otra cueva más o menos igual de húmeda y desagradable. Recé durante seis noches para que no me persiguieran y a la séptima me dormí exhausto y más tranquilo. No vinieron.
Por eso a veces, cuando el sol está en lo alto y la botella de ron aún tiembla en la mesa, yo me acerco por allí a ver que tal. No es bueno que el hombre esté solo, que diría aquel. Ni mal acompañado, respondería la otra.