miércoles, 20 de agosto de 2008

Evocaciones

Desde mi playa, reposada y doliente, asisto a su vuelo como el tonto de baba que proclamé ser.

Noto un ligero cosquilleo en los huevos e intuyo un orgasmillo de arena y sal, perecedero pero conmvedor.

Flota majestuosa sobre mi rostro, la hija puta sabe volar y eso, solo eso, ya me enciende una diminuta sonrisa de ratón, contagiosa si, pero dada mi soledad, inofensiva. Como un gilipollas enamorado salto con los brazos destinados hacia ella, con las manos en pinza avariciosa, intentando hacerla mía, poseerla, acariciarla. Nadie se ríe de mí, cosas buenas de la soledad. En estos casos, siempre vuelan demasiado alto o el salto es demasiado corto.

Reposan canciones de aleteo sobre el viento que deja tras ella. Creo escuchar el eco de un tiempo pasado, de un mundo que igual permanece (o no) a mil mundos de distancia. Cuando el cielo ya la ha devorado, en un susurro le pido que vuelva. No lo hace.

Jodidas bolsas del Carrefour lo bien que vuelan.

10 comentarios:

Arcángel Mirón dijo...

¿Viste "El lado oscuro del corazón", de Eliseo Subiela?

"Nadie se ríe de mí, cosas buenas de la soledad".

Sos genial, Joseph. Sos mi náufrago favorito, superando al de García Márquez.
Y no es poca cosa.

Ana di Zacco dijo...

Ya no quedan islas sin bolsas de plástico voladoras, qué horror...

Ligeia dijo...

Me gustan las cosas que vuelan, por ejemplo los globos de las ferias que se escapan de los dedos de los niños... siempre me he preguntado donde acabarían, ¿hay por ahí alguna isla de globos perdidos?. Las bolsas peores son las que flotan en el agua.

Lula Towanda dijo...

¡Las cosas que se encuentra uno en una isla desierta!

¡Cómo me he reído con el final!

Bito dijo...

Con lo bien que íbamos y ya se tuvo que meter la publicidad.

Mecachis.

Anónimo dijo...

Cuando era pequeña yo me quedaba embobada mirando las diminutas partículas de polvo (porque eso me dijo mi madre que eran, y mi madre era la mujer más sabia de la Tierra) que sólo son visibles cuando la luz entra por la ventana. Intentaba cogerlas con la mano para poder observarlas de cerca pero cada vez que habría la palma nunca veía nada en ella.

Ahora de mayor me pregunto por qué las muy cabronas sí se ven perfectamente sobre los muebles...

No tiene nada que ver con tu texto (o sí), pero me has hecho acordarme de mi infancia. Y eso se merece un beso.

Anónimo dijo...

"habría" no, por dios... "abría". Son los efectos de la madrugada insomne.

Trenzas dijo...

Tengo entendido que Carrefour no contrata a ninguna bolsa que no haya hecho un cursillo de vuelo de, al menos, 72 horas.
:)
Muy evocador, naúfrago. Demostrando que hasta lo más prosaico tiene un lado que puede tocarnos el alma.

Hay un cuento, (ya te diré cuando recuerde datos) que habla de bolsas de basura asesinas y, hasta ahora, era el único que había leído en que fueran protagonistas.
El tuyo es más agradable, sin duda.
Un gran abrazo, mago del teclado.

irene dijo...

Con la de cosas bellas que yo estaba imaginando..., la imaginación no tiene límites y la mayoría de las veces es mejor que la realidad. Puta contaminación.
Encerrada en mi propia isla, hacía mucho que no venía a esta, me alegro haberlo hecho, al menos me he reído.

Anónimo dijo...

se voló. pero el viento va y viene.
mira al cielo de vez en cuando, hay tantas bolsas...
mientras esperas puedes tratar de aprender a volar.
salud-saludos

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