lunes, 4 de febrero de 2008

Silogismo último

Siendo el hombre el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y siendo el refranero tan jodidamente despiadado, si no quieres arroz toma dos tazas, y así llegó al mundo Alexandra. Fabricada en la misma materia que su costilla, envuelta en la sedosa piel de una pantera difunta por obra y gracia de un infarto, con mangos en lugar de siliconas, ojos de carey y pupilas de jade, ya su primera mirada fue su primera frontera. No tardo mucho en desvancerseme la erección de creador masculino y orgulloso. El tiempo justo como para constatar que no me quería. Ni entonces, ni después ni nunca jamás. Ni en otro universo ni en otras vidas.

Al principio no es que me molestase demasiado. Mi intención es follármela no casarme con ella pensé. Y asi no fueran una ni dos ni varias las veces que me tumbé encima de un robot, rígido, frío y silencioso, que me ahogaba en su mirada tan verde y tan lejana, que me veía como una cosa inerme sin mayor importancia que un grano de arena. Fue por eso o por simple y pura crueldad por la que le ordenaba que me limpiase la casa, los zapatos, la playa y la orilla. Fue por odio o por su condición mecánica, por lo que hizo sin abrir la boca sin acercarse a mí. La primera vez que le pillé un sentimiento fue cuando, al entrar distraidamente en la cocina, ella tembló de miedo. O de asco. O de cosas más profundas y viscosas de las que tanto saben los humanos. Y una cosa es una cosa y otra cosa es otra, que todos hemos visto telediarios y a nadie le gusta ser el psicópata, vete si quieres le dije, déjame ir, por favor, me respondió. Y se fue. Al lugar más lejano posible, al sitio en el que le aguardaba Alexandros.

Algunas noches me doy cuenta de todas las cosas que tengo que cambiar. Creo compañía, pero sólo me crecen recuerdos y me siento igual de solo que antes. Son noches de luna nueva en las que el cielo se ilumina rítmicamente. Son noches extrañas y largas en las que los dos robots, se vuelven carnales y saltan chispas que resplandecen en las alturas. mientras yo las contemplo mucho más abajo.

7 comentarios:

humo dijo...

Mi naufrago pijo está cambiando; era de esperar, ahora que ya no tiene agua embotellada ni las demás circunstancias que le rodeaban anteriormente.
La soledad es dura porque es un espejo en el que se reflejan todas tus carencias.

Ana di Zacco dijo...

Me recuerda a La Piel Fría esa isla.
Pero nuestras personalidades son tantas que la soledad es imposible, ni ahí.
Animo, lo conseguirá y luego hasta puede que haga un libro con todo ello :)

Ligeia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ligeia dijo...

Quien sabe si cualquier día aparece una Josephine en la isla blandiendo un cuchillo para cortar la maleza.

Chan ta ta chan dijo...

¿¿Qué canal de bricomanía se coge en la isla Trachimbrod??

irene dijo...

No se pueden crear ideales, hay que cuidar las realidades si no queremos aislarnos. La soledad puede ser buena si es lo que deseamos en algún momento, y si no es para siempre.

humo dijo...

Estas vago, ¿eh?

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