domingo, 1 de noviembre de 2009

En el primer día fueron...

Vivía en una isla a pocas olas de donde os hablo. Por alguna extraña razón iba por allí habitualmente, por la misma perversión que nos obliga a frecuentar los lugares que nos desgracian los sinos, debe ser.

Los escritores buenos os harían un perfil psicológico que os permitiría comprenderla y compadecerla. Os contarían con todo lujo de detalles lo de su familia desestructurada y sus catástrofes sentimentales, su soledad inabarcable y el acne sin solución. De hecho, si el escritor en cuestión fuese meticuloso, os iría indroduciendo paulatinamente en sus inseguridades, acabarais entendiendo su forma particular de mirar el mundo y poco a poco os sentiriais atrapados por sus fantasmas y compartiriáis su ansiedad. Al cabo, seriaís incondicionales, le reiriais las gracias y acabaríais llorando con su muerte.

Por que al final de esta historia muere. Os lo digo. Y sin llantos. Porque los escritores buenos están de huelga y solo quedo yo de guardia. Muere, sin giros de guión de última hora ni posibilidades de redención en la última línea.

Es una mujer fea y sin interés. Lo pasó mal, si, peor que otros y mejor que muchos. A ella le dio por amargarse y contagiar al mundo. No hay poesia detrás de su naufragio en aquella isla, sólo un error. No me di cuenta a tiempo de que en tanto archipiélago no cabía ella. No me refiero a Ella, santa, diosa y panteón, no, sino a una ella cualquiera, con minúsculas y muchos granos.

ella os diría que no era mala. Que fui yo quien la escribí así. Que nos conocimos en otro mundo, más lejano y más real y que allí yo la cogi gato de manera injustificada. Es posible, no digo que no, pero no habiendo otro escritor me toca a mi decir que es lo que pasa. Y lo que pasa es que es mala y ya está, sin condicionamiento social ni eximentes psiquiátricas. Y muere por ejemplo porque le cae un travía extraterrestre en la cabeza. O porque Moby Dick se come su isla. Lo que queráis. No sirve de nada que rogueis su amnistía.

Definitivamente fue un infarto al corazón, rutinario y sin gracia.

7 comentarios:

Tesa dijo...

Podría ser que hablases de mi vecina del quinto.
O de cualquiera.
Hay muuuucha gente que sólo tiene, en la vida, cinco minutos de gloria
...tal que un post describiendo su naufragio.

tequila dijo...

Buenas:
Cuando sólo hay una persona para contar nuestra vida no queda otra que cruzar los dedos esperando ser una: "Ella, la Diosa".
Mala malísima, sin más... me gusta.Qué manía tenemos de buscar justificación a los actos de las personas que nos son adversos...en estos casos una muerte rutinaria es lo mejor, sin duda.
Besos

humo dijo...

Pero...
¿Eres tú?
¿Al cabo de los años, me sales con éstas?
Va a resultar que eres humano...
Yo me entiendo.

Anónimo dijo...

la sensación es que has despertado y desempañado las gafas que no te dejaban ver con claridad.
bienvenido al sol.

salud-saludos

Ana di Zacco dijo...

Dice en un libro famoso que al final Dios los perdona a todos.
Wolad y un abrazo ;)

Ander dijo...

Ojala fuese tan fácil en la realidad matar a tu gusto a todas esas feas que van apareciendo en tu vida y de las que no nos podemos olvidar. Algunas de esas feas me han tenido enamorado y para ellas nada mejor que lo que decía benjamín Prado,
"Yo he venido a decir que te he olvidado, que volveré a olvidarte cada día, cada uno de los días de mi vida."
saludos Joseph.

Trenzas dijo...

Bueno, pues parece que nos hemos dado la mano en esto de "revolver" en el mismo día :)
Debe ser que estamos a pocas olas uno del otro y nos ha llegado el mismo rumor.
Muchos y muchas mueren así; de forma rutinaria y sin nadie que cante sus alabanzas.
Pero ésta no, porque ahí estabas tú que, cómo sin querer, has abierto la puerta a los eximentes que dices no tenía. Ella, la fea y desbarajustada, también dejó su pequeña huella en la arena.
Muy bonito, mago. Sigue siendo un placer leerte y releerte.
Besos y abrazos fuertes.

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