lunes, 7 de septiembre de 2009

Revolver

Diría que he regresado si no fuese mentira. Regresar es una farsa. Nadie puede volver al lugar de donde vino, porque aquel sitio, encharcado de tiempo, ya es otro distinto del que conociste. Ya no estas tú, en ese instante. Ya no eres feliz. Ya no lloras. Ya no correteas ni una bicicleta es el artefacto más veloz del mundo. No. Regresar no es posible.

Y aunque todo fuese igual, aunque los caprichos del dichoso espacio tiempo hubieran preservado un espacio en las mismas condiciones que lo dejaste, al alejarte de la burbuja detenida donde las cosas permanecen siempre idénticas, tu si que cambias. Tu mirada es otra, tus ojos han mudado de color, tu corazón repica de otra manera y tus manos tiemblan por otras causas. Ahora te gustan los boxers y te incomodan los slips, has incorporado un nuevo tic a tu repertorio de excentricidades o te empiezas a dormir cuando lees de noche. Por eso, cuando vuelves, todo cambia, porque aunque las cosas perduren, tu percepción las destruye.

Por eso la cabaña sigue igual solo que no tiene nada que ver, porque yo ahora he visto los ojos de una mujer viva que sin embargo ha muerto amando a un hombre muerto que vive en su memoria, y la cama, en la que reposan las mismas arrugas que dejó mi cuerpo al marcharse, es otra, sólo porque mi piel ha sido abrasada por la furia de otro dios sin ternura y porque mis manos han derramado un puñado de gotas de tiempo en un eterno mar de arena. Es como el efecto maripsosa, pero a escala individual. Pero como os dije, no solo soy yo, ahora el grifo gotea y se relaciona con el mundo con su propio y singular ritmo, palabras de agua, versos transparentes. Hay una cucaracha muerta en medio del suelo, sin que nadie la haya pisado. Igual ha muerto de un infarto si tal cosa es posible o ha muerto de vieja y se olvidarán todas las cosas que le sucedieron, por muy insignificantes que nos parezcan.


Y en Trachimbrod miles de pequeños cambios acontecen, unos que veo (hay un nuevo sonido en la oscuridad que emite otra criatura anónima, que teme al día y le asusta la noche, la osamenta de un árbol centenario se ha derrumbado sobre el camino -sigo sin saber si al no haberlo oido, ha hecho ruido o se ha quejado o ha muerto en silencio-, sobre un trozo de tierra removida reposa un soldadito de plástico mutilado -pero no es cascanueces. este sonríe-). Hay otros que no.

Y no es el mismo viento ni es el mismo mar, ni mis pies piensan lo mismo cuando se dejan acariciar por la arena. Hay una nueva piedra justo en la mitad de la playa, que igual puede ser un mojón que achique mis espacios o un meteorito que no revele, ni sioquiera bajo la tortura a la que le sometan sesudos tipos con bata blanca, los secretos del lugar del que partió, o solo un capricho geológico al que los sapiens, en nuestra infinita estupidez , le buscamos un significado. Trachimbrod es hoy otra isla aunque los mapas no lo sepan.

Solo permanece Ella. Viajé hasta los confines de los mundos conocidos, hasta el borde de las historias inventadas, para descubrir algo tan simpleque ha reposado en mi mesilla de noche todos estos años, quizás escondida en un cajón o a la vista de mis ojos velados. Una verdad. Una sola verdad, que generación tras generación, los seres humanos han perseguido en las grandes palabras desdeñando los pequeños gestos. Ella, a la que ni siquiera conozco ni se su nombre. Ella cambia, si, pero está, y sólo por eso, el mundo permanece y a mí me basta con saberlo algunas de mis noches más largas.

6 comentarios:

Tesa dijo...

Sí, Ella existe, seguro.

Ander dijo...

las palmeras estaban secas de letras, maldito verano! sólo teníamos sus sombras nocturnas y no podíamos dormir bajo la luna llena, maldito verano! welcome back...
supongo q todo tenemos esa "ella", algún día hablaremos de ella.

"yo ahora he visto los ojos de una mujer viva que sin embargo ha muerto amando a un hombre muerto que vive en su memoria"

saludos del alquimista.

Trenzas dijo...

Una sola certeza puede ser suficiente, sí.
Tal como lo cuentas, así es. Aunque no nos hayan hecho ningún trasplante de retina, no tenemos los mismos ojos cuando volvemos que cuando nos fuimos.
A veces, sólo es necesario dar una vuelta sobre uno mismo, para ver que algo, otodo, ha cambiado.
Por eso una certeza puede valer lo que el tesoro más garnde.
Está ahí; y por eso sé que soy yo.
Me ha encantado, mago.
Un abrazo muy fuerte.

Ana di Zacco dijo...

Bueno, don Joseph... si piensa que ninguna de sus células estaba en la isla de su cuerpo serrano hace siete años, se dará cuenta de que realmente nunca se puede volver (ellas mueren, nosotros permanecemos más tiempo, aunque ¿quién es "nosotros"?).
Me alegro de que Ella también haya permanecido ahí, sabiendo quién es usted.
Koodeas.
Recuerdos :)

Ana di Zacco dijo...

PS: me encanta lo de palabras de agua.

humo dijo...

Por eso mismo nunca, nunca volveré a intentar un regreso.
...Y dichoso tú, que tienes alguna verdad a mano.

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