miércoles, 12 de agosto de 2009

Interludio

No es fácil ser náufrago. Por mucho que las agencias de viaje vendan la moto, todas las islas paradisiacas son un coñazo a los dos meses. NO es de extrañar, transcurrido ese tiempo, las ciudades cosmopolitas se tornan insipidas y las comarcas pausadas un nido de paletos que huele a estiercol. Y yo no soy una excepción a ese hartazgo que acompaña nuestras existencias por mucho que me llame Joseph y que no haya un funcionario en el mundo que sepa escribir correctamente mi apellido, porque los lugares son muy bonitos hasta que nos damos cuenta que nosotros los habitamos y entonces se hacen bola y no hay un dios que trague sin un mal vaso de agua para acompañarlo, metafóricamente hablando se entiende.

Así que por eso interrumpo el relato de mi periplo porque eso ya paso y no hay nada más que reanudarlo para que vuelva a ocurrir. Cuando narramos el tiempo no tiene importancia, cuando vivimos ya es otra cosa. Unas vacaciones pensé, que estamos en temporada alta, que hay un huevo de gente y que todo sale más caro, que los niños se vuelven particularmente insufribles, que las parejas no saben que hacer con tanto tiempo para tocarse, que los ancianos se entierran debajo de sombrillas asustados del sol entre otros fenómenos atmosféricos, que los ventiladores remueven el aire sin asustar ni al calor ni al aburrimiento. Unas vacaciones en uno de esos mares de sombrillas que otrora llamaron bahías o más recientemente playas, donde el plástico se manifiesta en todas las formas imaginables (colchonetas, cubos, balones, palas, rastrillos, bolsos, gafas, aletas, frascos, neveras, ventiladores, vasos, cubiletes, botellas, mecheros, sandalias, termos, sillitas, condones, pechos y otras partes del cuerpo igualmente ficticias), donde no existe la orilla mas allá de las diez de la mañana, donde las mujeres y los hombres como si fueran peces no dejan de ir desde el principio hasta el final de la playa sin razón aparente que lo pueda explicar, donde las preguntas eternas se ahogan en un vaso de cerveza helada. Uno de esos sitios de hombres y mujeres gordas, de surferos de garrafón, de mozas celulíticas y mozos oligofrénicos. Unos días allí, enmascarado, disfrazado, diluido, ignorado, ignorante. Que buenas están las paellas en dos idiomas, pienso, que gusto da ser feliz envuelto en una túnica que ningún otoño admitiría.

Así que voy con toda mi buena fe y voz de tenor escandinavo a darle los buenos días a una mujer que no es joven ni es madura, que se aburre como yo y como tu, que solo aguarda a que llegue el viernes para dejar de concederle descanso a los demás y agarrar por el cuello el suyo propio, para indicarle a continuación busco un viajecito para mañana mejor que para despues, que no salga muy caro y que me permita relajarme, con sol si es posible y mujeres hermosas y dispuestas (esto no lo digo pero hay cosas que no hace falta decir para que se entiendan). Y es posible que esa mujer que mañana me habrá olvidado no haya entendido por que la he mandado a la mierda. Pero es que con muy buenas maneras y un oficio irreprochable me ha sugerido que si las Seisels (que ya se que no se escriben así, pero ni ganas que tengo de buscarles su grafía) que si las Barbados, pasando por Tuvalu, las Mauricio y las Maldivas, llegando hasta Pascua y sin omitir ni Fuerteventura o La Palma.

Y me ha jodido mucho, las cosas como son, que cuando he regresado de los vuelos de mi fantasía y me he posado en esta playa rutinaria y familiar, templada como pocas mantas conocí, ni yo he sido capaz de mirar a los ojos de Trachimbrod ni esta me ha saludado afectuosamente como acostumbra.

2 comentarios:

Ana di Zacco dijo...

Sospecho, don Joseph, que sufre usted de insolación, pues no se me ocurre otro motivo que este o la enajenación transitoria para que desprecie usted de este modo su paradisíaca isla en aras de otras islas, seguramente con más palmeras, pero también más caras.
Seguro que en cuanto se tienda a la sombra un rato se le pasa, que no hay isla mejor en el mundo como la que desconoce el plástico.
:)

humo dijo...

Curva, se dice curva con la "v" pronunciada a la manera francesa. No sé cómo se escribe, pero es muy facilita, ¿verdad?

En cuanto a tus vacaciones, seguro que son merecidas: haz con ellas lo que te plazca, porque de tu texto se desprende una hartura que puede ser peligrosa - en lo imaginario - para según quién se te cruce en el camino, y muy divertida para tus fieles seguidores, si es que decides contárnoslas.

Un beso.

Template Design | Elque 2007