jueves, 4 de junio de 2009

Periplo (I)

Que sitios más raros te buscas

No lo escogí mamá. Fue cosa de naufragios y mares revoltosos. Y no hubiera naufragado si tu no me hubieras insistido en que tenía que hacer un crucero....

Lo pienso pero no lo digo. Mi madre no está en Trachimbrod. Imagino que está, que en este momento la cara se le está contrayendo en un mohin disgustado, que señala los rincones más extravagantes con la mano y con el bolso que se zarandea arriba y abajo, sin cascabeles pero con hebillas, y que vomita de vez en cuando pequeños objetos por la ranura que deja una cremallera mal cerrada. Un mechero. Una polvera. Una brújula. Un dedal. Una foto. Un muñeco. Un sombrero de papel....

Podría ser peor, sentencia. Gira su cuerpo hacia mí. Me sonríe. Me coge de los hombros. Se queda mirando de lado, con la boca pensativa, dividida entre la alegría de verme y una leve tristeza que nunca abandona a las madres que dejan que sus hijos crezcan. Me da un beso pequeño y me dice agitando la cabeza con parsimonia malhumorada.
Llámame de vez en cuando que me tienes abandonadita
Se desvanece en mi fantasía, abruptamente, como si no quisiera que la viese llorar. La echo de menos y aún noto la suavidad de sus labios dándole calor a mis mejillas. Lástima que no recuerde su aroma; las fábulas no huelen a ella.

Y encima tiene razón, esa razón asfixiante con la que las madres dejan en evidencia a su prole. Trachimbrod es un lugar que cuida con delicadeza lo extraordinario y expulsa con cajas destempladas cualquier rutina o lugar común, lo cual no se en que lugar me deja, puesto que antes de esto yo era uno más y ahora tengo la sensación de ser uno menos.
Hace tiempo que descubrí una cabaña. Sobra describir el lugar en el que la construyeron pues en Trachimbrod ni el norte ni el sur se encuentran donde deberían. Además me aburre leer paisajes. Los paisajes se miran, no se escriben... ya cuando los hablas los vas perdiendo y cuando los describes ya no existen; sólo son una voz o una palabra; inodoros, incoloros e insípidos pero no quitan la sed. Una choza con paredes de madera y techos pajizos, con verdín en las junturas y los ventanucos deslustrados de mierda; una sombra entre miles de arboles tan espigados como codiciosos; de tan poca cosa, casi una mentira, pero una mentira en la que poder dormir sin mojarse y a veces, cuando el fuego sirve para esas cosas, sin pasar frío.
Supe (del verbo estoy seguro) que aquel lugar no era un espacio más, no era otro lugar construido, no podía ser el hogar de una familia ni el refugio de ningún ermitaño. Miré mucho rato sin atreverme a hacer otra cosa. Creo que entremedias algunos pajáros se divirtieron picoteando mi cabeza, es posible que crecieran rastrojos entre los dedos de mis pies y que al ponerse en marcha, la oscuridad le hubiese birlado el reino a un sol cobarde y cabizbajo. Al cruzar el umbral sabía (del verbo estoy seguro) que había una vida antes y una vida después, pero tantas chapuzas creé en el pasado que al futuro, si bien brumoso, dificilmente podría acabar echándole en en falta. Alguien me dirá que donde estaba Ella en aquellos momentos y yo le responderé que en su isla, como siempre. Muy lejos y sin embargo de la mano. Yo pensaba (del verbo me gustaría estar seguro) que en esa casita iba a acabar con océanos y otras distancias.
Se cerró la puerta detrás de mí. Sobre el camastro que ocupaba la pared opuesta a la entrada, descansaba un papel arrugado...

4 comentarios:

Trenzas dijo...

El final de la Carta, me ha escalofriado. No se veía venir un final tan oscuro, y eso es lo bueno, que sorprenda y en este caso, que asuste.
:)
El mango de un hacha es un sitio tan bueno como otro cualquiera para escribir un poema. "Celestino antes del alba" escribe también sobre todo aquello que se deje escribir. Por otro lado el poema es precioso.
Pensar pero no decir a tu madre lo que piensas. Lenguas atadas por el respeto; no entristecerlas. Me ha gustado esa manera de explicarlo.
En cuanto al resto, que te crezcan rastrojos en los pies, no debe ser sano. Procura escribir más seguido para evitarlo :)
Esperando la segunda parte, porque ésta es preciosa y sabe a poco.
Un abrazo muy fuerte, mago escritor.

Arcángel Mirón dijo...

Creo que deberías volver un rato.

Ana di Zacco dijo...

Ay, señor Cartaphilus...
(ingloda)

Ana di Zacco dijo...

Yo en cambio (Trenzas) creo que sí, que brotar vegetalias del cuerpo debe ser terapéutico.
(dowsixem, esta se las trae)

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