martes, 3 de junio de 2008

E-popeyas

Mientras jugaba a las riñas con Dulcinea, buscaba pasatiempos que contuvieran mis fantasmas. Posiblemente baldíos y de hoja caduca, pero siempre mejor que el pensamiento y la ventisca. Camina y piensa menos decía mi madre. Mantén la cabeza ocupada. Aleja los nubarrones. Mata el tiempo que se dice (mientras el tiempo se descojona y comenta por lo bajito, ya veremos quien mata a quién, chato).

No me gusta el deporte. La masturbación es perecedera. Y antes de desmadrarme con el alcohol, he decidido que voy a escribir una novela épica.

Colocada la espalda recta sobre una silla ergonómica. Encontrada la luz precisa, que ni es tenue ni es deslumbrante ni es directa ni es indirecta (que parece que la luz adecuada es la oscuridad con tanto requisito), todos los lápices erectos, los cartuchos de tinta alineados y los brazos apoyados sobre el rancio abolengo de un magnífico burgueño de mediados del siglo diecisiete(madera de roble y de haya, incrustaciones de nacar y compartimentos secretos que aún no descubrí) no tengo excusa para no escribirla...

"Sobre las colinas de Tyr, el sol refulgía sobre la bruñida coraza del héroe, erguido a lomos de un espléndido caballo gris...

...salvo el aburrimiento.

En una sola frase y lo mal que me ha caido el hombre este ese con aires de grandeza que comenzó de mozo de cuadras y sobre el que no hay que escribir muchas páginas para adivinar que llegará a ser Rey de Reyes y Salvador del Mundo. Apolíneo (tiene alguna cicatriz que lo único que le hace es resaltarle el atractivo) honesto, sagaz, valiente pero no temerario, severo ma non inflexible. De cuando en cuando rememora, no sin cierta melancolía, las moralejas de su padre, hombre sabio y cabal decapitado por la espada del Tirano o la mirada de su madre, mujer bella y silenciosa, a la que el mandoble del Tirano reservó otro destino, tan trágico como evidente.

El Héroe de pacotilla obtendrá cumplida venganza, como no podía ser de otra manera, cuando, en el momento en el que su muerte sea mucho más que cierta, aproveche un giro del destino (o debería decir escritor?) para atravesar con su espada mágica el oscuro corazón del tirano. Habrá conocido el sabor de muchas mujeres entre tanto, pero solo una de ellas, casta y modosa (o temeraria y respondona, nunca una mezcla) será su amada, la que presida las noches de luna y soledad. Inevitablemente la rescatará de la muerte y reinará sobre un mundo, que a punto de ser destruido, abrirá sus brazos a la esperanza que aquel dios encarnado les enseña.

No, no y no. No cuentes conmigo zagal, no seré yo quien lo permita...

Y sin embargo podría rebelarme contra todo eso y buscar otra historia, una más humana, de un Héroe que no lo es, pero que solo el lo sabe, ahogado por la sangre de sus enemigos y por su propia hiel, enamorado del Tirano quizás. Una reinona que sólo desnuda a las damas para despojarlas de sus enaguas y poderse vestirse con ellas las noches de luna llena en busca hombres lobo, cargado de dudas y sin una puta certeza que llevarse a la boca, como todos pero mejor espadachín.

"El corcel se encabritó y consiguió zafarse de la carga que tanto tiempo llevaba atormentándole los lomos. No miró atras mientras relinchaba burlón

El héroe cayó rodando por las faldas de alas colinas de Tyr. Queda sobre el camino polvoriento una armadura herrumbrosa. Justo antes de morir, el héroe no puede dejar de experimentar cierta sensación de extrañeza ante un final tan tonto. Yo juraría que el oráculo me dijo que el mundo se rendiría a mis pies, pensó, ya indiferente a eso y a lo demás.

Jodidos dioses, suspiro de epitafio"

Y es que a mí, como puede comprobarse, a mí, al igual que al resto de Creadores, lo de arreglar mis propios desaguisados, me da bastante pereza.

Tal vez, malditos

Pido disculpas por comerme la cronología. Entre medias pasaron más cosas. Alguna incluso que he borrado y que volveré a poner. Escribí una novela épica y corta. Declaré el estado de sitio sobre mi isla e incluso me fijé en otras colinas exuberantes.

Pero llegó su botella y arrastró todos los colores tras de sí. Incluso llegaron los verdes que tanto detesto, tan bonitos esa tarde por otro lado. Me volvieron la sangre y los suspiros. Enardecido leí
"Lo siento. Te añoro". Ponías.

Lo siento dices y yo no encuentro nada que perdonarte. Si algún día un rencor se hace más importante que tu, ese día habré muerto. Sin testamentos que valgan para aplacar a mis remordimientos. Incesantes ellos. Incesantes todos.

Pero conmigo no puedo y no supe como decírtelo.

Lo siento dices y yo lo repetiría mil veces para mí y un numero incontable de otros tantos para que tu lo escuches. Lo siento, lo siento, lo siento. Dichosas palabras.

Lo siento, me dices, cuando yo reventaría este papel de mierda que no sabe decir lo que de verdad hay que decir, que lo reventaría a cuchilladas en el alma, en el corazón y en los pies fríos y en la vista cansada y en el alma que tiembla como un eco de una palabra triste. Que tiembla. Embla. Bla, bla, bla

Lo siento me dices y yo quiero ahogar ese siento que me cuentas y cubrirlo con millones de oceanos para que tal palabra no vuelva a salir de tus labios, por que yo no puedo sentirlo más, porque juro que merezco veintisiete infiernos de dante y otros tantos de cristianos, por no haberte sabido dar el mundo o algo más pequeño siempre que tu lo desees, por no haberte jurado el universo, por haberme olvidado de tí de mí y de todo lo demás. Por ser sólo yo y no un panteón, una brocha, una manta.

Un día, un día te hice llorar y mis dedos fueron tan cobardes que no secaron tus lágrimas y mis labios fueron tan canallas que no se bebieron tu miedo. Y tu un día, mirando un televisor (que aún no hemos compartido), sufriste y yo, un día, mirando una televisor, no hice nada. Lo más jodido es que probablemente aqul televisor estuviera apagado. Me convertí en lo que no hice. Una nada fatua y ridícula. Un náufrago de mierda que no sabe como salir de aquí, ni como consolarte las entrañas, mi vida.

Lo siento lo siento y lo siento y no puedo dejar de sentirlo y no se ni siquiera cual de todas las cosas siento mas, ni sabría precisar cuales son, en que consisten, cuando empezaron. Siento no acompañar tus soledades perpetuas más frías que cualquier nieve del norte. Siento no poder dibujar tus sueños con mis manos inválidas. Siento los fantasmas a los que no asusté. Siento que aquel día, que aún no llegó, el arroz se me quedó duro y tu tuviste frío.

Y me rellenaría de arena y explotaría para siempre y desperdigado por el mundo te esperaría, mediaría con Dios, disfrutaría el infierno, con tal de que no te falte felicidad y comida, ni futuro, ni ilusiones, ni cuentos. Porque me gustaría que en esta isla o en otra, o en un continente más grande en el que yo no esté pero tu si, este lo siento sirva de puente para un instante de felicidad suprema, esa que los hijos de puta de los dioses se empeñan en negarnos, vengándose de algo rancio y oscuro, tal vez que ellos nunca dicen lo siento. Se sienten culpables. Tal vez, malditos

Y juro que respeto tu derecho a sentirte de la misma forma, puesto que al fin y al cabo estamos hechos de las mismas costillas. Y que muérase porque ya está muerto quién no sepa ver el dolor que habita en todos. Muérase porque ya esta muerto el que solo sabe el sabor de su dolor propio. Recibamos todos la primera piedra del primer pecado que no supimos resolver. Luevo vinieron los demás y este fango del que nos cuesta tanto salir. Pero solo yo, permíteme la soberbia, tiene motivos. Tu tienes todo lo demás, que no es poco.

Y lo siento porque me siento frío y doy frío por que tu me traes los colores y yo solo huelo a blanco y negro. Por que "mi vida y mi dulzura" y todos los tópicos del mundo no sirven. Porque no es lo mismo. Porque no se como decirlo.

Que me traes los colores, sirena, pero no es suficiente.

Acabarás por pensar que es literatura, barata, cara o de miga de pan, pero literatura, pensarías. Y lo que me pasa y me mortifica es que yo vivo envuelto en realismos sociales, sirena. Porque la mayor mierda de vivir es que nada es suficiente, ni siquiera la muerte. Porque sentirse culpable no sirve más que para inicar un círculo de culpas. Porque no se donde coño puse las indicaciones del servicio técnico para arreglar nada. Porque soy una maraña de contradicciones que no cesan. Que no cesan, cariño. Que no cesan, náufrago.

Me alegro de que hayas vuelto, quizás sea la forma.... solo que no lo es




Y supongo que nos volvimos a querer desde aquella botella. Mellados. Desportillados. Inconsolablemente humanos.

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