lunes, 28 de enero de 2008

Silogismo I

Dado que a mí, los silogismos me la traen fresca, decidí dejar de no saber hacer nada, para en su lugar, hacer cosas, que es más útil.

Sumando los dos párrafos anteriores, encontré una pregunta,

qué necesito

y hallé una respuesta,

compañía, (me costó un rato todo sea dicho).

Asi que mezclando el mastil de la osamenta de un velero, un cubo de arena prensada, los botones de un casaca roja, el liguero de una dama anglicana, unas cuantas cañas de bambú y unas planchas de latón que encontré por allí tiradas, procedí a la creación de un autómata, una parodia oxidada de vida humana, el extraño fruto de un coito imaginado al que di por nombre Alexandros, no sin cierta ostentación.

Buscaba en Alexandros un compañero de noches de farra, un confidente de los días lúgubres, el hermano que nunca tuve o el amigo con el que soñé. Y sí, al principio sí, que la soledad es mucha y la exigencia nimia, pero en apenas dos amaneceres comenzaron los primeros roces: el tipo me echaba en cara el desorden de mis calcetines, rechistaba mis ronquidos y me reprochaba mi higiene personal. Dormía por las noches a pierna suelta e iba a la playa en pantuflas.

No bebía, ( ni fumaba, y para colmo, si yo le le hablaba de Pajares me salía con Renoir y Passolini, y cuando yo me descojonaba con Mortadelo y Filemón el tío decía no se que de Franf Miller. Ni el sabía quien era Dan Brown ni yo un tal Dos Passos y si citaba al Maki, el colega me salía por Kuierquegardes. FascinÁbase por la Riviera. PirrÁbame por Benidorm.

Yo le pensaba como un gran gilipollas. El a mí, como un intolerable imbécil. Por eso cuando le mandé a hacer puñetas al otro extremo de la isla, al tipo no pareció importarle mucho y cuando le prohibí expresamente salir de allí dijo por lo bajinis, dios me libre. Y Dios le libró...

lunes, 21 de enero de 2008

Segunda premisa

Pienso mucho en McGiver, en el barbas de bricomanía y en Tom Sawyer, aunque no necesariamente por ese orden. En ellos y en sus madres, y en sus tías y en toda su parentela, todo sea dicho. Alguien me dijo que yo veía demasiadas películas, que leía demasiados libros. No seré yo quien diga lo contrario. Uno no aprende de Don Quijote o de Gasset y se hace caballero andante o náufrago solitario, se vuelve loco, se alza contra el mundo nefando. Hay cosas que es mejor no saber, ni haber visto. Las guerras y los programas de televisión entre otras cosas.


Todos los tipos mencionadostienen en común, además de q son personajes de ficción (el barbas no existe) que saben hacer COSAS. Un huevo de COSAS. Cosas que además son ÚTILES. Y eso me jode para que nos vamos a engañar, porque alguien repartío muy mal los dones y a mi me dejaron en la calle. Mcgiver es capaz de crear del filamento de una bombilla, una central nuclear y a mí, me das una central nuclear y no soy capaz de encender una bombilla. Desconozco el significado de la mayor parte de las palabras que utiliza el barbas, es más, jamás imaginé que hubiera tantas herramientas distintas, y que todas pudieran estar así de ordenaditas en un garaje (en el que tambien se pueden practicar operaciones de lo limpio que esta). Y que me decía del huérfano de los huevos, que por toda dedicación recorría el Missisipi con su blasita, tan mono él, tumbado al lado del negro Jim, mirando estrellas, rumiando sueños, con una ramita de centeno en la boca y un sombrero de paja en la cabeza. La vida no es eso chaval. Menos hacer peyas y más describir como coño se hace la balsa, leche, que que te hubiera costado.


Yo pensé que la teoría era sencilla, pero encuentra tu cuatro troncos que tengan más o menos el mismo tamaño y que además no estén podridos. Hachas no tenía y para talar cocoteros con una navaja suiza sin ser vasco, hay que tener mucha paciencia. En cualquier caso, y dado que aqui no es que haya demasiadas cosas que hacer, finalmente conseguí mis troncos e incluso logre fabricar una cuerda trenzando fibras de caña de azucar. Y es que con cuerda y maderos ya esta la balsa hecha…


Unos cojones. Mira que los ate fuerte y con cuidado, mira que di patadas para probar su consistencia y mira que embarqué esperanzado en un horizonte infinito y pródigo, pero los troncos tardaron exactamente dos minutos en marcharse cada uno por su pétalo de la rosa de los vientos (cría maderos y te saldrán exploradores) dejándome a mi solito a cien metros de la playa y con una cuerda de caña de azucar en las manos, que para colmo, horas más tarde, comprobé que no servía para ahorcarse. Quizás no fuera buena idea llama Titanic a la balsa, pensé luego. Demasiadas películas, maldije...

miércoles, 9 de enero de 2008

Primera premisa

La roca de pensar me jura paradojas.

Toda la vida renegando de la gente:

La gente conduce como loca

La gente es consumista

Pero que despiadada es la gente

No entiendo a la gente

La gente son unos borregos

Y otras perlas del estilo que hacen de la GENTE un monstruo informe que acojona bastante, y bastan dos semanitas de isla desierta para que eche de menos, con frenesí y desmesura a funcionarios, abogados, médicos, genocidas, maderos y demás ralea. Que hasta pienso en los políticos y me enternezco.

Ahora,

El coche aliena a la gente

La gente incentiva el progreso económico

La gente no es tan mala

Hay que entender a la gente

La gente son unos corderos. Lechones, puede, pero corderos

Dichosa roca de las pelotas

miércoles, 2 de enero de 2008

Piedras

En la isla hay dos cuestas. Todo lo demás es plano o imperceptible si sube o si baja

Una acaba en el volcán. No digo que no sea una excursión bonita, pero da mucha fatiga emprenderla solo. Si algún dia naufragáis por aquí, no dudaré en madrugar mucho y llevaros hasta allí. Entendedme, darse un baño en pelotas en el crater es un gustazo, pero también lo es hacerlo en la playa que la tengo aquí al lado. La estética resulta menos hermosa cuando estas solo.

Otro acaba en un acantilado infinito. Después de mucho subir, después de mucho cansarse, después de asesinar miles de mosquitos contra tu propia nuca, la vista merece la pena. Son tantas las nubes que se pueden ver desde allí y estan tan juntas, que pierden su individualidad y forman una masa lechosa que no tiene fin ni principio. No hay mar ni cielo en ese rincón. Lo único que te comunica con la realidad son las tres rocas que te separan de la locura. Son tan ciertas como mi voze íncluso más en ocasiones. Las tres, suspendidas sobre el vacío, están a un paso de la muerte y sin embargo no conocen el miedo que a mí me espanta.

La Roca Dichosa es casi translúcida debido a la gran cantidad de cristales de la que está hecha. Las pocas veces que el sol llega hasta ella se derrama en otros tantos miles de soles reflejados, soles de estar por casa que no deslumbran y dan calor. Si miras a través de ella el mundo se caleidoscopea y no hay un centímetro que sea igual al contiguo. Está guapa la Roca Dichosa.

La Roca Funesta está esculpida en negrura y labrada por lluvias primigenias que se pierden en la memoria. Su alma de ébano a veces es regada por la luna y entonces resulta placentero mirar como gotas de rocío se suspenden sobre su fiereza atemperándola. Los días que el viento la hostiga piensas que será su última noche y sin embargo no se rompe ni se parte y al día siguiente está en el mismo sitio. Es triste la Roca Funesta, pero no está exenta de belleza.

La Roca de Pensar no tiene nada de especial. Solo que queda un poco más alta. El primer día que me senté sobre ella no llegué a ninguna conclusión. Ni tampoco el segundo. Al tercero los pensamientos me vencieron y despúes de concluir que no había cosa que más echara de menos que una cerveza fría (el ron está muy rico, pero se agradecen los tragos profundos y frescos del zumo de cebada) saqué en claro que la Roca Dichosa o incluso, la Roca Funesta, hubieran sido mejores lugares para descansar. En la inconsciencia está la felicidad, me dije a mi mismo antes de perderme en el yo y en el cosmos.

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