viernes, 16 de abril de 2010

Era un hombre bueno. No había mas que echar la vista abajo y ver como su sombra no temblaba. Bastaba escucharle y dejarse mecer por sus gestos pausados ofreciendo un cigarro al encenderse el suyo.

Y era un hombre triste. O eso parecía pues se le perdía la mirada con facilidad, dejándose llevar, como una ola que llega, rompe, revuelve y ya se ha ido sin dar más razones que el bostezo de las piedras mojadas. Es sagrado para los náufragos no preguntar a los compañeros las razones de nuestros naufragios. Todos al final acabamos confesando.

Una noche.

Me gustaba mi trabajo. No es habitual decir eso, pero a mí me gustaba. Y no es fácil.

Por qué

Porque se supone que cualquier ser humano debería detestarlo.

Y que eras

...

Sexador de pollow. Funcionario.

No sonrió.

Broker. Tertuliano. Lider religioso

No. A los trabajos que dan dinero solo los critican las lenguas. Los ojos suelen apreciarlos mucho más.

Espiritista. Censor. Agente de seguros.

No. Nunca fui mentiroso.

Soldado.

Reprimió mis dislates con una verdad.

Verdugo.

Yo me quede callado, pero no todos los silencios son mudos. El no pudo esperar a la pregunta que no supe hacerle.

Lo hacía bien. No se elige que haces bien en esta vida. Me he peleado a veces. Se lo que es el dolor. A mi madre la devoró un cancer interminable. Y en aquellas manos agarrotadas no cabía más sufrimiento. Se lo que es.... pero nunca lo vi. Todos se quedaron tranquilos. Todos se quedaron mejor. Nadie quiere hacer esas cosas. Se me daba bien... iba diciendo cada vez más bajito hasta desvanecerse en medio de los sonidos del mundo.

Era un hombre bueno. Tuvo tres hijas y una mujer a la que supo dejar de querer. Creo que no debió enfadarse nunca. Pero yo no volví a hablarle.

Era un hombre triste.

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